Las elecciones por el Brexit y la muerte de la empresa de Corbyn

¿Cuáles lecciones pueden extraer los proletarios de los últimos cuatro años?

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Original article in English

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Raramente el público británico se ha involucrado con menos entusiasmo o interés con la campaña electoral y las predicaciones de sus candidatos competidores.

¿Por qué? Mayormente porque, como nación, nuestra fe y credulidad hacia las aseveraciones de los políticos burgueses británicos están bajo mínimos. “Nunca cumplen con lo que prometen”, ese es el sentimiento mayoritario.

Y después, desde luego, está el hecho de que el resultado del Referendo por el Brexit arrojó una granada de mano a la oligarquía que en otros tiempos vivía plácidamente, con lo que la élite política aún está traumatizada, y muestra alguna seña de recuperación.

¿A quién sirve el parlamento?

Nuestro parlamento británico, la “madre de todos los parlamentos”, fue desarrollado a partir del Consejo del Rey, un organismo feudal de los jefes nobiliarios del país y los jerarcas de la Iglesia el cual fue formado como mecanismo de la nobleza terrateniente para asesorar a sus reyes absolutos. Este consejo anduvo así hasta tornarse en el vehículo político de la burguesía creciente.

Con la consigna ‘No haya fiscalidad sin representación’ [en inglés: ‘No taxation without representation’], la clase mercante parlamentaria fue propulsada hacia un poder material por los ejércitos de los ‘cabezas redondas’ de la revolución de Cromwell, la cual depuso a la monarquía y decapitó al rey absoluto Carlos I. [1]

A lo largo de sus centurias de existencia, el Parlamento ha atravesado varias etapas, pero en todas esas etapas desde la revolución inglesa, Westminster [2] se ha mantenido como el vehículo para el poder político de la burguesía, la clase capitalista.

Este año vimos el doscientos aniversario de la matanza de Peterloo. [3] Ese acontecimiento es tenido por muchos como un momento trascendental en la lucha de la clase obrera por su derecho al voto. Debería ciertamente ser tenido como un símbolo de la actitud – una mezcla de desprecio atemperado con miedo – con la cual la clase rectora y sus acólitos ven al proletariado, y su intento de organizarse y expresar su voluntad política.

El alzamiento del Cartismo [4] – el cual demandaba un fuero de derechos para los trabajadores, que incluía el derecho al voto – fue garantizado por decreto, no por la victoria de ese movimiento, el cual fue derrotado. A la vez, las condiciones de vida de los proletarios británicos fueron elevadas por nuestra participación en una industria que tenía todo un imperio colonial por mercado.

El derecho al voto fue atenuado al principio con el sufragio censitario (garantizado sólo a varones propietarios, no a mujeres o varones proletarios), y después incluso en su extensión universal, resistió a cada etapa, llegó a ser un garante de los privilegios de los acaudalados. Los mecanismos políticos y estatales fueron atrapados por el poder económico fáctico de la clase explotadora capitalista, la cual, a pesar de toda la apariencia de ‘democracia’, ejerce la más rígida dictadura sobre nuestra economía y toda la maquinaria estatal.

El partido laborista británico

Desde que la reciente formación del partido laborista resultó en sí mismo ser leal al imperialismo británico, leal al imperio, leal a la monarquía y a sus adelantados de la rica clase industrial de magnates, de los banqueros y sus financieros en el distrito financiero de Londres – desde la Primera Guerra Mundial, de hecho – nuestro “democrático” parlamento ha permanecido como vehículo para la dominación del capital, intocable para su adversario leal laborista y sus parlamentarios.

Por otro lado, toda la charlatanería sobre ‘democracia’ y ‘socialismo’ ha estado meramente como número de circo. El partido laborista se ha tornado en parte íntegra del sistema como oposición controlada, la cual es, en realidad, un mutuo acuerdo entre laboristas y tories. [5]

“Tú puedes tener cualquier color siempre y cuando sea negro”, dijo Enrique Ford. Ustedes proletarios pueden tener cualquier partido político siempre y cuando aquel nos sirva, dicen nuestros rectores financieros del distrito de Londres. Como los casinos en los cuales ellos apuestan, las probabilidades electorales están trucadas en su favor.

Los trabajadores no tendrán ni palabra ni control

Y ese es el motivo por lo que fue como un error, en el lado de Cameron y el partido conservador, de disponer un recoveco para expresarse a las clases populares sobre una cuestión fundamental para los intereses económicos del imperialismo británico, que es la dominación del capital financiero europeo, nuestra membresía en el seno de la Unión Europea.

¿Por qué lo hicieron? Por razón de sus propios intereses partidistas nimios y egoístas (hubo una escisión en el seno de la clase propietaria entre los financieros y los manufactureros). Y porque desarrollaron en lo reciente semejante menosprecio hacia las clases populares británicas que pensaron que simplemente haríamos los que nos fuera mandado.

Pero ellos no habían tenido en cuenta que en la década precedente de austeridad y crisis financiera han hundido a muchos trabajadores británicos, los cuales tienen un resentimiento en ebullición y amargo, si algunas veces descentrado, con derecho.

Nuestra posición

Hemos sido claros en llamar a los trabajadores a apoyar el Brexit – incluso apelando al voto táctico al Partido Brexit en las elecciones europeas. Concebimos esas elecciones como un referendo segundo, y los resultados – con los que el Partido Brexit ganó la mayoría de asientos y la mayoría de los votos – claramente mostraron que no estábamos sólos en esta marcha.

Pero seamos claros: Nosotros abogamos por el Brexit porque nos oponemos con fiereza a la Unión Europea y a la dominación desenfrenada del capital financiero que encarna; no apoyamos al Partido Brexit.

Tampoco clamamos que el parlamento británico sea el vehículo natural de la voluntad de los proletarios bitánicos. Nosotros apoyamos al proletariado, y todo lo que fortalezca su lucha en pos de ganar poder real e independencia respecto a la clase explotadora capitalista, la cual es más extraña para con nosotros y nuestros intereses que cualquier poder foráneo.

Mas el camino no será recorrido livianamente por los obreros británicos, luego permítannos peritar el escenario político que está delante de nosotros.

El laborismo y Corbyn

Jeremías Corbyn no era el lider esperado del partido laborista. El laborismo fue el partido de la guerra iraquí; del imperialismo sanguinario; de Antonio Blair, Gordon Brown, Francisco Dobson y Alejandro Campbell, el de la privatización del Servicio Nacional Sanitario por la Asociación Público privada y la Iniciativa Financiera Privada [En inglés, respectivamente: NHS, National Health Service; PPP, Public Private Partnership; PFI, Private Finance Initative] del aplastamiento de los sindicatos y la subordinación de todos ellos al mercado.

Antonio Benn, Jeremías Corbyn, Diana Abbot y Juan McDonnel fueron considerados por sus propios altos dignatarios de partido como bromas de ultra izquierda, que serían tolerados siempre y cuando fueran como la hoja de parra ‘izquierdista’ electoral que cubriera los auténticos cueros espantosos del servilismo laborista para con el imperialismo, y (falsamente) indicaran a los trabajadores descontentos y faltos de representación que el partido laborista estaba a su disposición.

Así como la Clásula IV [6] en el programa de partido, ellos estuvieron para ser tolerados pero ignorados; un pacto mutuo de conveniencia. Ellos fueron permitidos para expresar su oposición discretamente desde el interior de las líneas del partido, meramente hasta que ellos no atravesaran la línea roja y se levantaran por sus supuestos principios – así como Jorge Galloway exhibió el imperialismo británico en las vísperas de la guerra de Iraq de manera tan memorable.

Corbyn: un hombre de ‘principios’ – el precio de la ‘unidad’

Corbyn,durante toda su estancia como parlamentario de escaño trasero, dijo que se alzó contra la Otan, contra la exclusión en Sudáfrica, contra el imperialismo, contra la represión sionista contra Palestina y la exclusión en el estado de Israel, contra la represión, división y exclusión en Irlanda, contra la agresión americana a Venezuela y Cuba, contra el aplastamiento de los ‘Tories’ (y los laboristas) a la huelga minera, contra el racismo y contra la guerra – y desde luego contra la Unión Europea.

Pero con el fin de permanecer en la ‘política real’ – o sea, en la verborrea parlamentaria de los laboristas – él estaba feliz de echar tierra sobre esas diferencias fundamentales con su propio partido y mantenerse como un leal parlamentario de escaño trasero, que expresa con moderación su oposición desde las filas, ese fue su credencial socialdemócrata.

Todo esto, por supuesto, bajo la consigna de ‘Unidad’.

Las elecciones de 2017 – austeridad, pobreza y clase

Poco después del referendo de 2016, Jeremías Corbyn se encontró a sí mismo propulsado, como un aparente varón de principios, en la posición de líder, y rigiendo el partido laborista en unas elecciones generales en las fauces de una tremenda hostilidad desde su propio partido, la oligarquía política, y los medios de comunicación.

Su fuerte salida a escena se aprovechó del descontento de las masas trabajadoras, y por un momento sus enemigos del seno de su propio partido fueron compelidos a callar su tono crítico, aparentemente en son de ‘paz’.

La masacre de la Torre de Grenfell destacó, sólo semanas después de unas elecciones generales, todo lo que era errado en la moderna Bretaña; el contraste entre los trabajadores empobrecidos y los putañeros multimillonarios, viviendo codo a codo en el distrito real de Kensington y Chelsea. [7]

Los tories, liderados por una Teresa May, que prometieron sólo una mayor austeridad, parecían tener tal indiferencia hacia las necesidades clamorosas de los trabajadores que se hallaron en una batalla desesperada por salvar la credibilidad política del capitalismo en sí – campo de batalla que no se esperaban visitar de nuevo. Thatcher había declarado que Blair era su mayor logro político, pero ahora Corbyn estaba amenazando con revertir la austeridad (como una elección ideológica de los tories), incrementando la fiscalidad a los ricos e inviertiendo en los pobres y necesitados. ¿No era tal cosa el socialismo que Bretaña había estado combatiendo todos estos años?

Un nuevo modo de discurso saltó a la palestra en la vida política. De hecho, no había nada demasiado radical en el plan de fiscalizar y gastar un poco más, pero en las condiciones de crisis económica profunda y en la dinámica de mayor opresión a los trabajadores, fue un mensaje para los capitalistas del distrito financiero de Londres que no podrían digerir. El eliminar a Corbyn y al Brexit sería su grito de guerra.

El aparato del partido contraataca, colaboración con el estado

Había un dilema. Si el equipo parlamentario laborista no pudiera expulsar a Corbyn en 2017, mediante la ruina electoral que habían previsto y para cuyo fin habían trabajado, y hubiera un ingreso de cuatrocientos mil al partido, leales al mensaje aparente de Corbyn de equidad social y justicia e inspirados por el mismo ¿Cómo podrían tomar control del partido?

Corbyn fue motivado por sus aliados y las bases de Momentum [8] para lanzar su reelección como mandatario – lo que requeriría que todos los parlamentarios laboristas afrontaran los mecanismos que hiciesen aceptable el liderazgo de Corbyn, el manifiesto y la línea política fundamental que le hicieran ser el candidato elegido para luchar en las próximas elecciones. Esto habría visto algún conflicto político, pero fue un mecanismo pensado para ganar el control del partido parlamentario: Confórmate, ponte detrás de tu nuevo líder, o enfréntate a los miembros del partido, que te rechazarán como parlamentario.

Pero se alzó un clamor generalizado. La propaganda de los noticieros surgida de nuestra prensa, gobierno y oficiales de estado, y liderada por los parlamentarios laboristas – notoriamente, por el diputado líder Tomás Watson y miembros del gabinete de oposición como Chukka Umunna, Hilaria Benn, Keir Starmer y Emilia Thornberry.

Corbyn era un riesgo para la seguridad. Si Corbyn llegase a ser primer ministro el ejército habría efectuado un golpe de estado. Corbyn no fue confiable en Siria (donde él aparentemente no apoyó el bombardeo democrático a ese país por los misiles de crucero británicos). Corbyn no fue confiable en Venezuela, y rechazó condenar como ‘dictador’ a Nicolás Maduro (quien no había hecho otra cosa para ser presidente de esa nación rica en petróleo que ganar unas elecciones; al revés que el líder ‘democráticamente elegido’ de Juan Guaidó por los EEUU) Corbyn no fue confiable en la economía. Corbyn fue no fue confiable con el Tridente. [9]

Jeremías cedió en cada asunto. ¿Usaría la bomba nuclear? Sí, si tuviera que hacerlo. ¿Apoyaría a Venezuela? Él condenó “la violencia de todos los lados” – esto en un intento de revolución colorida promovida por los EEUU ¿Se opondría a la guerra en Siria? No, él permitiría un voto libre.

Él fue una antigua cabeza visible de la CDN (Campaña por el Desarme Nuclear), ¿Se opondría a la renovación del Tridente? Él “apoyaría la política laborista” – eso es, la renovación de las armas nucleares con el propósito de proteger los trabajos de los empleados de la industria armamentística, y efectuar su uso si es necesitado. Cada posición que mantuvo fue dejada de lado – como, de hecho, había sido siempre a lo largo de su carrera – en pro de la ‘unidad’.

Antisemitismo

Primero vinieron a por Kinadius Livingstone. Kinadius clamó tontamente que Hitler fue un sionista. No era correcto del todo – pero los nazis hicieron un pacto directo (El Haavara) con la Federación Sionista de Alemania para trasladar a los judíos de Alemania a Palestina, dado que ambos grupos tenían una ideología predominantemente nacionalista supremacista y ambos creían que los judíos no pertenecían a Europa. Hitler, desde luego, creía que los judíos no pertenecían al hombre.

Pero el plan fue claro; un plan propio del imperialismo británico. Israel no es más que un pequeño engranaje en el aparato imperialista, pero su particular producto a vender es el jugar por encima de sus obras como un estado víctima o un estado de víctimas – del imperialismo europeo, y de la historia europea, entendemos – para cubrir sus crimenes imperialistas auténticos, perpetrados para beneficio del imperialismo anglo-americano contra la nación palestina, a lo largo de todo el próximo oriente, y más lejos.

Y qué mejor estrategema que atacar a la izquierda laborista por aquel célebre motivo – el hacer imposible a sus miembros criticar al imperialismo israelista (como un aliado menor del imperialismo británico y americano en el oriente próximo), y de ese modo acallar cualquier tipo de crítica no sólo hacia el simio sionista, sino lo más importante, todo lo que sea contra el organillero anglo-americano. [10]

El hecho de que ese apoyo de Corbyn a estas causas antiimperialistas haya sido tibio como mucho no viene al caso. El apacible activista anti-exclusión de Sudáfrica y socialdemócrata fue reinventado en un terrorista del IRA y de Hamas, y por supuesto, en un antisemita racista con el que cebarse.

La definición de antisemitismo de la AIRH

A consecuencia de esta campaña, una nueva definición de antisemitismo – la definición de la Asociación Internacional por el Recuerdo del Holocausto (AIRH) [En inglés: International Holocaust Remembrance Association (IHRA)], financiado desde el silencio especialmente, por el Comité Monetario de la Unión Europea – fue aceptado por el partido laborista, allanando el camino para su aceptación legal como una ‘noción por consenso’ por muchas instituciones del estado.

La definición sionista se convierte en ilegal, y oficialmente en un crimen de odio al denunciar la política israelita – de manera depravada, y como un horroroso insulto verdaderamente racista en añadidura a la ofensa, por un siglo, al pueblo palestino, [11] en el nombre del ‘combate contra el racismo’. Nada podría estar más alejado de la realidad.

Cristóbal Williamson

Los virulentos, incluso rabiosos, ataques y acusaciones contra el parlamentario laborista Cristóbal Williamson, un leal corbinista, por sugerir que el partido laborista debería haber contestado rebatiendo las acusaciones infundadas de antisemitismo – “Hemos sido muy indulgentes” – serían graciosos si no fueran una indicación de la profunda carencia de liderazgo, plan o visión de cualquiera de los presuntos laboristas ‘izquierdistas’, y de su completa impotencia para preparar cualquier serio o prolongado desafío al imperialismo británico en nombre de los trabajadores británicos, o en pro de sus intereses.

Corbyn no hizo nada para defender a Williamson, uno de sus mayores aliados. En lugar de ello, cimentó su propio aislamiento al consentir que los parlamentarios blairistas y la prensa se deshicieran de él sin oposición. Este fue Jeremías mostrando su verdadera falta de valor y moral.

Ya fuera por oportunismo o cobardía, al final vino a ser lo mismo.

Las campaña electoral del 2019

Y las organizaciones tan sionistas como los amigos ‘laboristas’ de Israel, los movimientos ‘judíos laboristas’, los principales maestros de la ley de Moisés y los nobles tories se desviven para dar una falsa alarma.

Puede que Corbyn sea un pusilánime. Puede que sea débil. Corbyn puede ser muchas cosas, pero él no es un racista. Incluso el jubilado Juan Bercow, en su entrevista con la revista PTC [En inglés GQ, ‘Gentlemen’s Quarterly’; en castellano: ‘Publicación Trimestral para Caballeros’] con el criminal de guerra en casa de Alejandro Campbell, admitió que los tories, no el laborismo, eran el auténtico partido racista, también antisemitas – y él debería saberlo.

La comunidad judía, mientras tanto, debería meditar seriamente y por largo tiempo antes de permitir convertirse en el fútbol político de los imperialistas británicos. Hasta cierto punto forma parte del pacto que el sionismo concluyó con los imperialismos británico y americano hace una centuria.

Los sionistas ya han ido tan lejos en este camino que la transición tendría que ser fácil de asumir. Pero injuriar a los trabajadores, los anti-capitalistas, los antiimperialistas, y los defensores de la dignidad del hombre y la justicia social, llamándolos ‘racistas y antisemitas’ sólo puede servir para desacreditar fatalmente su propia posición en el seno de la sociedad.

Cuando el antisemitismo auténtico levante la cabeza, y nadie escuche al niño que da la voz de alarma, el disparate de esta prostitución moral de la clase dominante británica se convertirá en algo terrible. La clase rectora británica es totalmente cínica. No tiene aliados permanentes – sólo intereses permanentes.

Nuestros rectores tirarán a los judíos británicos a las ruedas del autobús así como han hecho con todo el mundo, desde los musulmanes hasta los somalíes, yugoslavos, iraquíes, afganos, paquistaníes, africanos, afrocaribeños, y con las minorías e inmigrantes en general, por no mencionar los mineros del carbón, los obreros de la siderurgía, las madres solteras, los solicitantes de ayudas, y, de hecho, la mayoría de proletarios británicos, con el fin de asegurar su propio privilegio y potencia.

La Unión Europea

Y después, desde luego, estaba el Brexit. Diecisiete millones y medio de personas votaron por la salida de la UE. La mayoría de los simpatizantes del laborismo votaron por salir de la UE. La mayoría del electorado laborista necesitaba ganar para obtener una mayoría parlamentaria que votase a favor de la salida de la UE.

Corbyn siempre ha estado contra la UE. Asimismo, por lo que parece, su antiguo compañero cercano y actual canciller en la oposición Juan McDonnel. Pero repentinamente hubo un giro. No

estamos al tanto de las fuerzas tenebrosas que ejercieron acá. No sabemos qué chantaje o marranería hizo el estado con McDonnel, o si simplemente le han ofrecido una ilusionante recompensa: ‘Cambia tu posición para con el Brexit y podemos hacer negocios’.

En cualquier caso, y a pesar de que Corbyn bailase sobre la punta de un alfiler intentando contentar a ambos lados, nadie duda de que el laborismo efectivamente se ha juntado con el bando de la permanencia, abandonando los deseos e intereses de los británicos, europeos y de todo el proletariado mundial – y, lo más evidente del ambiente politico, de la expresión de la mayoría del electorado británico.

Eso deja a Corbyn en evidencia de que está faltando a la voluntad de la gente, y abrogando la democracia.

Cierto, él no ha ido tan lejos como la líder liberal-demócrata de Juana Swinson, quien dice que su partido simplemente “cancelará el Brexit” e ignorará el resultado del referendo por completo. Pero él ha traicionado a aquellos que votaron por su último manifiesto en 2017, y efectivamente selló su propio destino en las elecciones de 2019, el cual será decidido por sobre todo este asunto en particular.

Ninguna promesa de fibra óptica a banda ancha gratuita hará que pierda peso en la balanza este giro de veleta.

¿Quiénes son los laboristas?

Y entonces Corbyn queda, formalmente al menos, como el general del ejército del partido laborista, empero el auténtico poder ha quedado en Antonio Blair y su cohorte depríncipes laboristas – Alejandro Campbell, Pedro Mandelson, Gordon Brown y demás, quienes junto con el noventa y nueve de cien de los parlamentarios laboristas, están muy contentos con sólo subordinarse abiertamente ellos mismos a los intereses desbocados de los financieros y el capital industrial.

Habiendo dejado a un lado su reelección como mandatario, Corbyn está a la cabeza de una pandilla abigarrada de fanáticos del libre mercado quienes se amotinan sin reparos contra su dirección y hablan con franqueza de desalojarlo para la pascua de navidad. Lejos de depurar lo peor del blairismo y ‘recuperar’ el partido, los únicos miembros que no se están presentando a las elecciones del 2019 son los fieles corbinistas, quienes han sido derribados, o atados de pies y manos, como Corbyn mismo.

Dejaremos aparte, por ahora, la falacia de que el antiguo laborismo y el nuevo están separados por una profunda y significativa discrepancia política, y que esa Claúsula IV era en las obras una verdadera proclamación de un propósito socialista que repeliera a los socialimperialistas de las filas de los laboristas, así como el agua bendita repele a satanás.

El partido laborista se ha manifestado a sí mismo, de nuevo, que es un aparato que manda sobre los trabajadores en pro de los intereses del capital. El laborismo ha probado, sin cuidado de las sectas revisionistas, trotskistas y anarco-liberales, ser un aparato que es incapaz de efectuar un cambio significativo, o de ser ‘recuperado’ para el proletariado. No puedes ‘volver a tí’ algo que nunca fue, en verdad, tuyo.

La empresa de Corbyn ha demostrado ser tan fracasada como dijimos en su momento. Y el influjo desilusionado de Momentum, ahora se está yendo del partido, habrán de decidir qué hacer y a dónde ir.

Cualquiera de los elementos honestos de entre ellos quienes verdaderamente se alzaron en pro de la justicia social y el control obrero de una economía que sirva a los intereses de la gente obrarían bien mirándonos, juntándose con nosotros y trabajar para construir un política alternativa real.

El precio de la ‘unidad’

La historia se repite a sí misma. En la primera ocasión como tragedía, y en la segunda como farsa. La ‘tragedia’ de la derrota de Corbyn en 2017 fue mitigada por la repercusión fuerte de su mensaje anti-austeridad, y la percepción de él como ‘un hombre de principios’.

La farsa del trascurso de los años, durante la cual Corbyn ha traicionado a sus principales sostenedores, abandonó muchos de sus principios tenidos con devoción en apariencia en la lucha por ser ‘primer ministro’ a cualquier precio, y, el más notorio de todos, el haber dado un cambio de sentido con respecto al Brexit descarado y antidemocrático, lo que ha minado catastróficamente su crédito y por esto ha dejado en la ruina cualquier capacidad que podía tener para ejercer su influencia sobre los parlamentarios laboristas, una vez amedrentado por el resultado electoral del 2017.

La maquinaria del equipo parlamentario laborista ha mostrado su mano y apalizado a Corbyn, y ha sido Blair y Campbell con su ideología de que el libre mercado todo lo puede que tiene el control de el partido laborista, en celoso pacto con los intereses de la clase rectora británica.

Los proletarios británicos, consternados por la posición laborista con respecto al Brexit, parecen decididos a desertar del partido en tropel y votar a los tories y los independientes pro Brexit a lo largo de todo el país.

Es un espectáculo lamentable cuando un verdadero racista ricachón tori de Eton [12], que se burla del proletariado y se adhiere a teorias de supremacía racial y de la clase rectora, pueda usar al líder del grupo británico de bufones ‘izquierdistas’ laboristas para respaldar su aseveración de que su propio partido, el partido Tory, representa a la mayoría, mientras el laborismo ha abandonado a los proletarios.

‘El llevar a término el Brexit’

Al márgen del uso oportunista del asunto del Brexit por Boris Johnson, no debería ser olvidado que toda la saga y el espectáculo del bloqueo parlamentario y el sinfín de noticias sobre el Brexit sólo puede ser entendido una vez haya sido reconocido un simple hecho: La clase rectora británica NO quiere ‘llevar a término el Brexit’. Todo lo contrario.

Este punto necesita una pequeña aclaración. Entre otras cosas porque el laborismo, bajo el liderazgo de Corbyn, se ha referido a un Brexit “duro” o sin pacto (realmente el dejar la la unión aduanera, el mercado único y el bloque de seguridad) como un ‘Brexit de la banca’. ¡Este término es de lunáticos!

Como medidor del sentimiento real del distrito financiero de Londres siempre es útil mirar a Marcos Carney, el financiero al que ha sido encomendado la política macroeconómica de Bretaña – un hombre de cultura y sofisticación, y un siervo del imperialismo a su disposición.

Hablando en Agosto de este año sobre los peligros de recesión que enfrentaba Bretaña (ya estamos en una prolongada y profunda recesión, lo señalamos) consiguiente al Brexit, él opinó: “El dejar la relación económica más equilibrada en el mundo tendría un impacto en la economía”.

Todo tiene un impacto en la economía. La revolución socialista sin duda tendrá un impacto en la economía. La cuestión es quién se beneficia y quién es perjudicado.

El concepto de que estamos “todos en esto juntos”, que es tan bueno para el capitalista como para los trabajadores, es tan viejo como el capitalismo (tan viejo como la explotación, de hecho), y se resume en la noción más amada por nuestra clase dominante que es, parafraseando a Engels: “El capitalista es un capitalista por el bien de los proletarios”.

“La economía producto de la ausencia de pacto son que las leyes del juego de exportación e importación con respecto a Europa cambian fundamentalmente”, dijo Carney.

Como resultado, dijo, las industrias “muy grandes” o “de muchos beneficios” en Bretaña pasarían a ser “no rentables”.

“Decisiones muy difíciles serán necesarias tomar”, dijo, explicando que aquellas tendrían una repercusión en la economía.

Él indicó que los fabricantes de carros, alimentación y las compañías químicas serían algunos de los que más duramente serían golpeados. “Estos son los sectores que no han recibido inversiones”, dijo.

No expondremos acá el entero de la economía política marxista. Será suficiente esta breve referencia para indicar que de ningún modo los banqueros desean ver a Bretaña dejar la UE, particularmente sin un pacto; sin perpetuar el acceso al mercado de los productores, el movimiento libre de capital y el acceso a mano de obra barata de las economías hundidas de Europa (en particular de los países colonizados de nuevo del oriente europeo), y generalmente velando por la unidad celosa de los centros financieros británicos con el resto del bloque imperialista de la UE.

¿Quién posee Bretaña?

La clase dirigente, debemos acordarnos, no consiste en los representantes políticos del capital solo. Nuestros rectores no son los políticos que se sientan en los escaños de Westminster y en los diversos parlamentos regionales, sino que está compuesta de los potentes económicamente – en particular, la clase multimillonaria y los propietarios del inmenso conglomerado de directorios financieros y negociantes de capital que se concentran en el distrito financiero de Londres.

Son los capitalistas financieros los que tienen la voz cantante, y los verdaderos representantes del capital bancario e industrial británico, norteamericano y europeo hallan que la UE es el vehículo más conveniente para hacer promover sus intereses – así como ellos han hecho desde su comienzo tras la Segunda Guerra Mundial.

En ese tiempo, una política interior anticomunista emparejada con una política exterior anti-soviética fue la orden del día – era la única manera para los imperialistas de preservar su sistema explotador y sus remanentes imperiales. Desde el colapso de la URSS y las democracias populares, la UE ha tenido por misión expandirse hasta las fronteras de Rusia, y es el vehículo económico del imperialismo otanista en Europa.

Desigualdad, pobreza, carencia de morada y destrucción social: capitalismo austero

Hemos sostenido por mucho tiempo que el criterio de convergencia de la UE es limitar el gasto estatal al bienestar social y poner trabas a muchas industrias interiores con el fin de promover un programa de austeridad y fundamentalismo de libre mercado en pro del interés de los conglomerados gigantes y enormes bancos europeos.

Los financieros del distrito financiero de Londres, como los de otros centros financieros europeos, particularmente en Alemania y Francia, están contentos con participar en esta bonanza explotadora, la cual ha des-industrializado Bretaña hasta el punto de que solo el nueve de cien de nuestra fuerza de trabajo está involucrada en la manufactura.

El capital europeo vive, de manera creciente como vámpiro, de succionar hasta la sequedad a los obreros del mundo oprimido. Y este vandalismo parasitario halla su reflejo en las comunidades devastadas europeas – sobre todo en las antiguas naciones socialistas, pero también en gran detrimento de los corazones industriales del centro y norte de Bretaña.

El sentimiento anti-UE en alza en toda Europa

Los disminuidos ingresos de la clase trabajadora y el rumbo a la austeridad se ha hecho evidente desde la catástrofe económica mundial capitalista de 2008. Grecia ha sido derruida socialmente para asegurar el continuo flujo de tributo a los banqueros centrales europeos.

Las economías sureñas de Europa de España, Italia y Portugal están bajo una carga enorme, y hay un sentimiento masivo anti-UE entre los proletarios inclusive en Alemania.

En Francia, las protestas de los chalecos amarillos han obtenido un apoyo masivo al demandar una salida de la UE, Otan, el Euro y el capitalismo. Pero los banqueros de la UE no tienen ningún deseo en ninguna manera de ver a Bretaña o cualquier otro país salir de su órbita.

La desigualdad no ha sido detenida por la UE; ha sido a la inversa. Nuestro clima no ha sido protegido por la UE.

Niveles sin precedentes de pobreza, de carencia de morada, de hambre y de desigualdad han sido conseguidas precisamente bajo el tierno y amoroso cuidado de la alianza UE de los gobiernos nacionales capitalistas, los cuales se han adherido a sus preceptos elementales imperialistas con el propósito de recibir los cuestionables ‘beneficios’ del acceso a su ‘libre mercado de bienes, trabajo y capital’.

La exposición de esta institución imperialista anti-obrera como algún género de institución de bienestar para los proletarios británicos (o europeos o de cualquier otro grupo), y como una fuerza en pro de la paz y le armonía medioambiental, está tan lejos de la verdad como cuando el príncipe Andrés dijo que nunca se juntó con Virginia Roberts. [13]

El bloqueo parlamentario y la frustación evidente de la ‘democracia’

Y todavía nuestros representantes parlamentarios han montado una protesta sentados durante tres años, negándose a aceptar hasta el pacto del Brexit de Teresa May “Brexit viene a decir Brexit”, el cual sólo fue de cierto un Brexit sólo en el nombre (Brino), conllevando la misma unión aduanera de la UE que cuando estaba dentro.

Juana Swinson ha tomado el paso notorio de conjurar a los Liberal Demócratas a simplemente anular el resultado del referendo enteramente. Su partido quiere cancelar el Brexit, y con ello hacer evidente que toda la democracia británica es una trivialidad total.

Algunos de los partidos más chicos – los Verdes, el Partido de Gales, el Partido Nacional Escocés, etc – se quedan rezagados sin ventura en esta estela. Todos unidos en su voluntad, mas no pueden, de servir al capitalismo británico.

Ese tipo de paliza evidente en el rostro al populacho británico proletario es algo con lo que hasta los tories de Cameron, May o Johnson se sienten profundamente incómodos en darla. No porque cambie la esencia del asunto, sino porque el bien conocido cinismo de la clase rectora y el ser su partido gobernante preferido los ayuda a entender que las formas son importantes.

Mejor mostrar un semblante de humildad y obediencia.

Los conservadores, desde luego, actúan únicamente en pro de los mayores intereses de ‘todo el país’ (clase rectora capitalista) y respetarán la voluntad de todo el pueblo británico (hablan con artimañas, emplean frases rimbombantes, y con lenguas bífidas, cuentan puras mentiras y arremeten cuando es necesario). El pacto de May fue sólo un Brexit en el nombre, y aún así fue un paso demasiado alejado para la mayoría de sus colegas parlamentarios.

¿Pacto o no?

Re-entrada de Boris. Esto fue diferente. Fue “Hágase o muramos”. Demandaríamos un pacto en favor de Bretaña o nos iríamos sin un pacto. Y después de demasiada música de ambiente negativa desde Bruselas y otras capitales europeas, fue toda una ‘sorpresa’ hallar que hubo un pacto, en las obras, cerrado entre Boris y el presidente de la UE Juan Claudio Juncker–con sonrisas por todos sitios.

¿Mas que hubo en el contenido del pacto? Después de muchos alardes sucedió que el pacto fue el pacto de Teresa May, pero asumiendo que habría una frontera aduanera británica-europeísta en el mar irlandés.

El plan de Boris fue disolver el parlamento, postularse a unas elecciones generales y cambiar la composición del parlamento en su favor al pintar a su partido como el único partido popular del Brexit que podría ‘llevar a término el Brexit’, socavando el programa anti-austeridad del laborismo y la ausencia de pacto, la OMC, la ruptura limpia, políticas concretas del partido Brexit de una sola vez.

En esta senda, el septentrional Partido Unionista Democrático irlandés (PUD) [En inglés: Democratic Unionist Party (DUP)] retrocedería de nuevo a ser una irrelevancia anocrónica, y su predecible hermetismo “Somos británicos, no irlandeses: ¡No haya rendición!” podría ser ignorado.

Boris ha admitido incluso que el riesgo de la ausencia de pacto sobre el Brexit tenía que parecer real, pero que, en las obras, no tenía intención de abandonar la Unión sin un pacto – revelándose a sí una vez más como un oportunista máximo que ha jugado bien su mano.

El colapso del Partido del Brexit

La renuncia del líder del Partido del Brexit Nigellus Farage ante la deserción de los miembros de sus filas a la posición popular de Boris viene a decir que el partido no parece en absoluto que vaya a dividir el voto conservador, y está dispuesto para enfrentarse principalmente a los parlamentarios laboristas pro-permanencia en las areas del Brexit.

Aún a pesar del acuerdo de Boris de una frontera en el mar irlandés (el lugar obvio para trazar una frontera para Bretaña, incidentalmente – la clave está en el nombre) y la deserción de los unionistas que ejercieron su veto tan eficazmente sobre May; a pesar de la expulsión de los veintitrés tories de ‘única-nación’ (lo que sea que signifique ese nombre) quienes estaban muy angustiados por el abandono de la UE por Bretaña que ellos no habrían podido siquiera digerir el riesgo de hacerlo, el parlamento acordó el pacto de Boris por una mayoría de veintitrés, con algunos parlamentarios laboristas de las circunscripciones pro-abandono que votaron a favor del pacto.

Pero emergió el antiguo Tory Oliverio Letwin – ese máximo reaccionario, antiguo financiero del distrito de Londres, y arquitecto de la privatización del Servicio Nacional de Salud bajo Margarita Thatcher – para proponer una enmienda con tal de que el pacto se postergase hasta la aprobación de toda la legislación necesaria que le permitiera funcionar – una enmienda para frustrar el espíritu del decreto en favor del detalle; o poner el carro delante del caballo.

Así que Boris fue forzado a fastidiarse y a aplicar una prórroga para el artículo ciencuenta, cosa que juró que no haría, rogando a los líderes de la UE en una carta sutilmente codificada que rechazaran su solicitud, y de ese modo forzar la mano del parlamento a ese decreto.

¿El colapso de la empresa de Corbyn?

Corbyn apalabró ser la gran promesa de la ‘izquierda británica’. Desgraciadamente, la izquierda británica era más bien en general una lastimosa colección de trotskistas y revisionistas, los cuales mismamente querían nada más que un Benn o un Corbyn para ‘recuperar’ el partido laborista para su visión particular del socialismo – una visión que entrañaba el negocio como de costumbre para el capitalismo mientras anunciaban una pizca más de gasto en bienestar y en el Servicio Nacional de Sanidad con cuentagotas, pedacicos acá y allá.

Algo de pólvora mojada, en verdad. Y en una manera no muy tangible nada diferente de las políticas del antiguo líder laborista Antonio Blair, o de hecho de la coalición Conservadora-Liberal o de los gobiernos Tory. Aún incluso el chico incremento de gasto y una pizca de verborrea social-demócrata fueron suficiente para poner a toda la oligarquía británica en pie de guerra.

El laborismo hace ya tiempo que aprendió a aislarse él sólo de las demandas radicales de los proletarios británicos. Lo hizo expulsando a los comunistas que antiguamente obraban abiertamente en el seno de sus filas (fue, después de todo, formado por una amalgama de partidos y organizaciones más pequeñas, muchos de los cuales pasaron a formar el partido comunista en el despertar de la gran revolución socialista de octubre), a través de la reestructuración de su membresía, a través de mantener un voto en bloque de sindicatos manejados por burócratas del sindicalismo que estaban corrompidos por las prebendas de sus posiciones, y de modo más importante a través de la formación de un equipo parlamentario laborista al que fue dado una posición dominante de tal manera que los parlamentarios elegidos con el boleto laborista no son meros representantes del partido sino una organización independiente que sostiene el poder sobre la masa de la organización.

Mientras Chukka Ummuna lideró un pequeño grupo de blairistas como leminos al fondo del risco [14], seguidos por valerosos como el diputado líder laborista Tomás Watson (diferente al desafío planteado por Jorge Galloway en su circunscripción local del este de Bromwich occidental), permanece el caso de que la tradición de votar al laborismo en algunas circunscripciones obreras es tan fuerte que, parafraseando al Camarada Harpal Brar, al alzarse contra el notorio idiota de Pyara Khabra en la circunscripción de Ealing Southall: “Si le pusieres un pin de una rosa laborista a un burro corretearía hasta la victoria”.

Así que la batalla de reselección sería clave si esta máquina partidista se volviera en favor de Corbyn.

El laborismo, de cierto, no puede ser ‘recuperado’, como siempre ha sido un partido del capital británico; un partido social-imperialista (socialista en las palabras, imperialista en las obras), usando la acertada expresión de Lenin, recientemente adoptada por el clásico parlamentario laborista Cristiano Williams que fue expulsado de sus filas después de cuarenta y cuatro años de angosto servicio.

El partido laborista ha probado esto, su infidelidad a los trabajadores británicos, una y otra vez en la práctica concreta. Notoriamente, durante la ‘gran’ guerra interimperialista de 1914-18, durante la huelga general británica de 1926, y durante la huelga minera de 1984/85.

Otras medallas de la vergüenza de las que el laborismo puede ufanarse son su papel elemental en la entrada en la UE y en la formación de la Otan, en la partición de la India, en regir colonias, en aplastar a la disidencia y a los movimientos libertadores de Irlanda, Malasia y Kenia; en ayudar a aplastar a los populares movimientos partisanos antifascistas y comunistas de liberación en Italia y Grecia después de la Segunda Guerra Mundial, en traicionar la lucha antifascista española; en perseguir y aislar a los comunistas británicos en casa; en aplicar una política exterior anti-soviética y anticomunista inclemente y salvaje, y, en el pasado reciente, en efectuar guerras en Yugoslavia, Afganistán e Iraq, y animando a tantas otras.

Pero ignora todo esto, dicen los simpatizantes de Corbyn. ¡Jeremías se alzó contra todo eso! ¿Pero lo hizo? Corbyn constantemente se postuló para el laborismo y permaneció como un miembro leal y simpatizante del partido a pesar de su historia sanguinaria de servidumbre al capital británico reteniendo a la clase trabajadora británica.

Él fue un parlamentario del partido gobernante a lo largo de las campañas y acciones con las que presumiblemente discrepaba. Es hora de que advirtamos esta incongruencia y denunciarlo como lo que es: arribismo, oportunismo y pura hipocresía.

Incluso asumiendo el giro más benévolo en sus intenciones personales, podemos afirmar firmemente que la empresa de Corbyn de recuperar al laborismo ha terminado en fracaso ignominioso.

Y el resultado de la posición vacilante y débil, y de la fuerza y el fervor de la oligarquía y el núcleo de la maquinaria del partido laborista, implica que así como el país va hacia “las elecciones Brexit” de Boris, irónicamente, el único parlamentario laborista notorio que no ha sido elegido es el clásico parlamentario Cristiano Williamson – el simpatizante más apegado de Corbyn del equipo parlamentario laborista.

La empresa de Corbyn, respaldada por Jacobo Milne, Andrés Murray y Juan Rees, de recuperar el laborismo para su pálida visión de ‘socialismo’ con características trotsko-imperialistas ha probado ser un fracaso total.

No hay margen para un ‘nuevo’ o ‘recuperado’ partido laborista – necesitamos un partido proletario real

Las políticas del partido laborista social-demócratas y social-imperialistas han evolucionado para satisfacer el nicho de mercado en evolución del seno de la sociedad capitalista británica. No hay margen, así como descubrió Arturo Scargill hace veintitrés años, para una segunda versión del partido laborista.

Cualquier nuevo partido proletario tendrá que ser diferente. Requerirá poner el programa de los obreros primero. Requerirá ser económicamente radical. Requerirá alzarse por un cambio en la propiedad de los medios de producción, de las fuentes reales de nuestra riqueza material moderna, y explicar claro a los trabajadores por qué es necesario.

Un nuevo partido proletario tendrá que hacer campaña entre los trabajadores por la unidad, para que ellos se identifiquen como trabajadores primeramente en sus centros de trabajo. Tendrá que luchar contra la discriminación con el fin de apartar toda diferencia secundaria e incidental en la lucha contra la hegemonía y tiranía del capital.

Cualquier nuevo partido proletario que se precie deberá hacer campaña de forma contundente y sin complejo contra la Unión Europea – por un Brexit real, y contra el sistema parasitario y moribundo del capitalismo monopolista.

Tendrá que educar, movilizar y soldar a los obreros a una fuerza con determinación. Tendrá que hablar y apelar a las masas de la clase obrera británica.

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NOTES

1. Entre 1642 y 1651 tuvo lugar la Guerra Civil inglesa. El rey Carlos I ninguneó al parlamento e impuso sus designios sobre las demandas de la burguesía creciente, este conflicto de clase que ya venía fraguándose anteriormente originó una división religiosa entre la aristocracia feudal (realistas) que eran anglicanos, o sea, observaban al rey como jefe de la iglesia, y la burguesía creciente (parlamentarios) que eran puritanos, los discípulos ingleses de la reforma protestante que se estaba llevando a cabo en Suiza por los destacados teólogos de Juan Calvino, Guillermo Farel o Teodoro Beza. La guerra terminó con la victoria de los ejércitos puritanos ‘cabezas redondas’ por su corte de cabello (En inglés: ‘Roundheads’) que los distinguía de los cabellos acicalados de la aristocracia. Su líder fue Oliverio Crommwell, el rey Carlos terminó decapitado y tuvo lugar la República de Inglaterra hasta 1660. En España está guerra encuentra su paralelo con la rebelión comunera, aunque lamentablemente estos fueron derrotados ante las tropas de los Carlos V y decapitados.

2. Westminster, es el lugar de Londre donde se encuentra el parlamento británico. Su nombre procede del antiguo inglés ‘westmynistre’, lo que hace referencia al oeste (west) de ‘mynistre’, que viene del latín ‘monasterium’, haciendo referencia a la abadía de San Pedro construída.

3. La matanza de Peterloo tuvo lugar el 16 de agosto de 1819 en Manchester en la plaza de San Pedro. Se congregó un multitud que demandaba derechos democráticos para el proletariado, la caballería del estado asesinó a quince personas y quedaron lisiados centenares. Ha pasado a la historia como Peterloo porque los militares clamaron contra los congregados “Este será su Waterloo”, combinado con Peter (Pedro en inglés), el nombre de la plaza.

4. El Cartismo (1836-1848) fue un movimiento proletario propio de su etapa primera cuyo propósito era llevar a cabo las demandas contenidas en ‘la Carta del Pueblo’ (People’s charter) que recogía el sufragio universal de los varones en plenas facultades mentales y secreto a partir de los 21 años, seguirían con el sueldo anual para los diputados, elecciones anuales, circunscripciones iguales, y el permiso a los obreros a participar en el parlamento sin la necesidad de una propiedad, incluso diseñaron una bandera republicana para Inglaterra. El Cartismo fue uno de los movimientos obreros más relevantes de la historia.

5. ‘Tory’ es el apelativo popular para referirse al partido conservador británico. Viene del irlandés que significa ‘salteador de caminos’. Las guerrillas irlandesas católicas se unieron al bando realista de Carlos I en la Guerra Civil, y así mismo se les llamó a los desposeídos católicos de Ulster (Irlanda del Norte). Cuando la restauración de la monarquía tuvo lugar y el reinado de Carlos II estaba en su fin, se debatió si Jaime duque de York tendría que ser el sucesor, el cual era sospechoso de ser Católico y estar conjurado con el Papa; los que apoyaron a Jaime fueron acusados de ‘tories’ y su apelativo ha llegado hasta el día de hoy.

6. La Claúsula IV es una norma estatutaria del partido laborista de 1918 que establece el principio de la propiedad común de los medios de producción.

7. Se refiere al incendio del bloque de 120 viviendas de la Torre Grenfell, el cual era de viviendas sociales. Tuvo lugar el 14 de junio de 2017. Murieron 71 personas. Curiosamente se desconoce la causa del fuego.

8. Momentum es una plataforma política fundada en 2015 por personalidades procedentes de distintos partidos políticos y de las Universidades británicas, sigue el ejemplo de Podemos y Syriza, siendo también coetáneo a ellos. Esta plataforma aupó y promovió la candidatura de Jeremías Corbyn.

9. El Tridente, en inglés Trident, es el programa operativo de armas nucleares de Inglaterra. Se compone de cuatro submarinos de vanguardia pertrechados con misiles balísticos intercontinentales llamados ‘Trident’, de donde toma su nombre, cargados con varias cabezas termonucleares. A grandes rasgos su funcionamiento es el siguiente: el misil es enviado a un punto concreto del espacio, cuando éste llega al punto deseado desprende la plataforma que aloja las cabezas nucleares, a continuación la plataforma apunta al objetivo deseado en tierra y deja caer la cabeza nuclear, continuando esta operación el mismo número de veces que de cabezas alojadas. Este sistema llamado MIRV (Multiple Independently targetable Reentry vehicle) fue diseñado por los EEUU para eludir los acuerdos SALT que limitaba el número de misiles pero no de cabezas de nucleares, asimismo dificulta las probabilidades de que un sistema antimisiles pueda interceptar las cabezas y ahorra en gastos de producción balística. Es un sistema con una capacidad de destrucción inimaginable.

10. Es una parábola que hace referencia a una figura popular británica: el organillero, que buscaba con el instrumento musical hacer un número, acompañado de un mono, en las calles como medio de vida.

11. Se cumplen cien años de la colonización británica de Palestina.

12. Eton, en inglés: ‘King’s College of our lady of Eton’, esto es, ‘El Colegio del Rey de nuestra señora de Eton’, es un prestigioso histórico colegio e internado privado de varones próximo al Castillo de Windsor. En él estudia la élite de la sociedad inglesa y ha preparado a primeros ministros, aristócratas, príncipes y diplomáticos. El uniforme reglamentario exige chaqué negro, chaleco, cuello postizo, corbata blanca y pantalones rayados. La matrícula ronda los treinta y ocho mil euros.

13. Se refiere a un caso sonado en la sociedad británica. El magnate norteamericano Epstein, que se codeaba con la élite de la sociedad y disponía de una gran fuerza política y económica, se dedicaba a la corrupción y tráfico de niñas chicas. Todo indica a que en su mansión de Florida, Epstein ordenó a Virgina Roberts ayuntarse con el príncipe Andrés.

14. La expresión corresponde a los diminutos léminos, alimañas de la familia de los roedores, por motivos desconocidos se arrojan por un precipicio. La hipótesis más consensuada que su sentido orientativo albergado en los genes no tiene en cuenta los cambios topográficos del terreno.

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Translation and notes by Miguel de Tarso for Boletin Aldaba.